Al principio de los tiempos cuando no
existía nada, todos los ángeles estaban reunidos en torno al Señor,
esperando la señal que del El viniera para ir hacia los mundos y
co-ayudar en la Creación, pero una disensión entre los ángeles, desató
la polémica primero y la guerra de los cielos después.
Sucedió
que llegaba el instante de la creación del hombre. Hubo ángeles que
querían al hombre perfecto, superior, a la misma altura de ellos, por
eso no escatimarían esfuerzos en lograrlo y estaban dispuestos a hacer
sus mejores obras. Otros ángeles en cambio, querían que el hombre y su
conciencia fuera ascendiendo en el plano universal a través de escalas
hasta llegar a Dios y su perfección, a través del trabajo diario y por
los siglos de los siglos. Esto era para asegurarse que el hombre, a
pesar de lograr la perfección lentamente, algún día llegaría a Dios
totalmente consiente y con sus capacidades acrecentadas.
Según
las historias más antiguas de la tierra, que se encuentran en libros de
miles de años y que se conservan en oriente, hubo otras humanidades en
la tierra, aquellos primeros seres humanos no fueron perfectos y fueron
destruidos.
Este
fue el motivo principal de la polémica. Unos querían que el hombre
fuera perfecto desde el principio, y si se equivocaban destruirían la
creación del mismo hasta lograr un ser superior, y los otros querían la
vía de la ascensión. Los ángeles que no estaban de acuerdo con tal de no
movilizarse, en su negativa, decidieron continuar durmiendo en el seno
de Dios, pero esto ya no era posible porque el universo comenzaba a
expandirse irremediablemente.
De
los ángeles rebeldes, hubo uno que logró ponerse a la cabeza de todos,
su nombre era Shaitan, el adversario, el que desafió al resto de los
ángeles y a Dios mismo. El pecado de este ángel fue el de la soberbia,
porque dijo que él lograría hacer al hombre tan superior o más que a los
mismos arcángeles. Este ángel expresó su entusiasmo con voz estruendosa
diciendo: "¿Quien como yo?" a lo que el siguiente ángel en el orden
jerárquico le respondió: "Te equivocas; ¡Quién como Dios!"
Miguel
era el primer arcángel en la jerarquía de los cuatro, acompañado por
Gabriel, Rafael y Uriel. Se encontraba a la cabeza de los cuatro puntos
de luz por ser el que más cerca del centro del universo estaba. El
dominio de Miguel era el fuego, el que fuera encendido por un ángel
anterior de nombre Luzbel, solo que éste tenía la misión de encender la
chispa primigenia en todos pero que no podía equilibrar sus fuerzas por
tener la misión de encender al universo, no de mantenerlo. Mientras que
Miguel conserva y cuida que el fuego del universo no se extinga, los
demás ángeles protegen otros puntos en el divino universo. Por esto
Miguel es de una jerarquía superior, pues por él el universo se mantiene
encendido. Más tarde será el Hijo de Dios quien tendrá la misión de
Cristalizar el brillo de Dios en todas partes.
El
Arcángel Miguel enfrentó directamente a Shaitan y le respondió ¿Qué has
dicho? Te has olvidado del Creador, te has olvidado de Dios ¿Quien como
Dios?. Con esas palabras demostró su fidelidad, olvidándose de sí mismo
y asumiendo la responsabilidad como defensor de un mandato superior. A
partir de ese momento se desató la guerra, pues todos los ángeles a las
ordenes de Miguel avanzaron sobre los ángeles que habían simpatizado con
Shaitan. Esta guerra duró miles de millones de años, hasta que las dos
terceras partes de los ángeles lograron vencer a la tercera rebelde y
desordenada que fue arrojada a los abismos, esto es, fuera del universo
posible de conocer.
Miguel
es, en otra lectura la conciencia y la razón venciendo a las tinieblas,
pues una vez que la mente humana lucha con sus miedos, enciende la
verdad que puede mantenerse gracias a un constante equilibrio entre
potentes fuerzas que toman formas diversas en los planos sutiles del
espíritu. La razón es la primera llave que el ser humano tiene para
abrir los canales del conocimiento, una vez que lo logra debe actualizar
su saber dejando atrás antiguas creencias, tomando otras llaves nuevas
que enriquezcan al espíritu. No están al alcance de quien no hace un
esfuerzo para elevar su conciencia a planos más elevados donde reina el
amor, pues conforma una realidad que está fuera de toda lógica conocida
en el cotidiano mundo actual y no alcanzable por medio de ficticias
razones, sino transitando el difícil camino de la verdad, la cual no
siempre es la realidad que creemos percibir.
Autor Desconocido
Argenis Petit