¡Qué paz trae a nuestro corazón la seguridad de caminar por la vida en el camino correcto!
¡Cómo en este caminar de nuestra vida, el ejemplo de las personas deja una marca imborrable!
Tantas y tantas experiencias en donde hemos visto y tocado con nuestras manos y corazón la bondad, la servicialidad, una muestra de cariño, un consejo, o la ayuda en un momento difícil de nuestra vida; estoy seguro que ese gesto no ha caído al vacío, no se ha perdido. Todos tenemos un importante papel que desempeñar, todos estamos llamados a ser luz, apoyo, guía de los demás; en definitiva, todos necesitamos de todos para llenar nuestra vida de la verdadera luz, la luz de Dios, que es la luz del amor y de la felicidad.
Un filósofo contó a sus discípulos la siguiente historia:
"Varios hombres habían quedado encerrados por error en una oscura caverna donde no podían ver casi nada. Pasó algún tiempo y uno de ellos logró encender una pequeña tea; pero la luz que daba era tan escasa, que aun así no se podía ver nada. Al hombre, sin embargo, se le ocurrió que con su luz podía ayudar a que cada uno de los demás prendiera su propia tea, y así, compartiendo la llama con todos, la caverna se iluminó".
Uno de sus discípulos preguntó: -¿qué nos enseña maestro este relato?
Y él contestó: -Nos enseña que nuestra luz sigue siendo oscuridad si no la compartimos con el prójimo. Y también nos dice que el compartir nuestra luz no la desvanece, sino que por el contrario, la hace crecer. El compartir nos enriquece en lugar de hacernos más pobres. Los momentos más felices son aquellos que hemos podido compartir.
Que Dios nos dé siempre la luz para iluminar a todos los que pasen por nuestro lado.
La verdadera amistad es flor, que se siembra con honestidad, se riega con afecto y crece a la luz de la comprensión. Si una vela enciende a otra, así pueden llegar a brillar miles de ellas. De igual modo, si iluminas tu corazón con amor, puede que ilumines a otro corazón. Mi deseo en este día para tí es: que sonrías, que seas amable, que te muestres interesado por las personas, y así, tu luz brillará y ésta hará que otra luz se encienda cerca de tí. Hoy nos toca a nosotros.
En los años que llevas de vida ¿a cuántos has iluminado?, ¿con quién has compartido tu luz? Espero que no te hayas cansado de seguir haciéndolo, porque lamentablemente los hombres somos así, nos cansamos.
Recuerda: Que tu luz, si no la compartes, seguirá siendo oscuridad; tu luz, nos diría Jesús, no es para que la escondas debajo de la cama o en el armario de tus egoísmos, es para que ella, uniéndose a todos los que queremos iluminar a este mundo, se sume a la gran antorcha humana, que en definitiva es el reflejo de Dios en el mundo.
Tú eres importante ¡y vaya que sí lo eres! y todos esperamos mucho de tí. Comparte hoy tu luz y verás ¡qué feliz serás!
¡Cómo en este caminar de nuestra vida, el ejemplo de las personas deja una marca imborrable!
Tantas y tantas experiencias en donde hemos visto y tocado con nuestras manos y corazón la bondad, la servicialidad, una muestra de cariño, un consejo, o la ayuda en un momento difícil de nuestra vida; estoy seguro que ese gesto no ha caído al vacío, no se ha perdido. Todos tenemos un importante papel que desempeñar, todos estamos llamados a ser luz, apoyo, guía de los demás; en definitiva, todos necesitamos de todos para llenar nuestra vida de la verdadera luz, la luz de Dios, que es la luz del amor y de la felicidad.
Un filósofo contó a sus discípulos la siguiente historia:
"Varios hombres habían quedado encerrados por error en una oscura caverna donde no podían ver casi nada. Pasó algún tiempo y uno de ellos logró encender una pequeña tea; pero la luz que daba era tan escasa, que aun así no se podía ver nada. Al hombre, sin embargo, se le ocurrió que con su luz podía ayudar a que cada uno de los demás prendiera su propia tea, y así, compartiendo la llama con todos, la caverna se iluminó".
Uno de sus discípulos preguntó: -¿qué nos enseña maestro este relato?
Y él contestó: -Nos enseña que nuestra luz sigue siendo oscuridad si no la compartimos con el prójimo. Y también nos dice que el compartir nuestra luz no la desvanece, sino que por el contrario, la hace crecer. El compartir nos enriquece en lugar de hacernos más pobres. Los momentos más felices son aquellos que hemos podido compartir.
Que Dios nos dé siempre la luz para iluminar a todos los que pasen por nuestro lado.
La verdadera amistad es flor, que se siembra con honestidad, se riega con afecto y crece a la luz de la comprensión. Si una vela enciende a otra, así pueden llegar a brillar miles de ellas. De igual modo, si iluminas tu corazón con amor, puede que ilumines a otro corazón. Mi deseo en este día para tí es: que sonrías, que seas amable, que te muestres interesado por las personas, y así, tu luz brillará y ésta hará que otra luz se encienda cerca de tí. Hoy nos toca a nosotros.
En los años que llevas de vida ¿a cuántos has iluminado?, ¿con quién has compartido tu luz? Espero que no te hayas cansado de seguir haciéndolo, porque lamentablemente los hombres somos así, nos cansamos.
Recuerda: Que tu luz, si no la compartes, seguirá siendo oscuridad; tu luz, nos diría Jesús, no es para que la escondas debajo de la cama o en el armario de tus egoísmos, es para que ella, uniéndose a todos los que queremos iluminar a este mundo, se sume a la gran antorcha humana, que en definitiva es el reflejo de Dios en el mundo.
Tú eres importante ¡y vaya que sí lo eres! y todos esperamos mucho de tí. Comparte hoy tu luz y verás ¡qué feliz serás!
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